CREACION POETICA
La creación del texto poético es Sin duda el proceso creativo que implica efectivamente un gran esfuerzo y derroche de energía, pues inicialmente en la mente sólo aparecen imágenes semejantes a las que se nos producen en los sueños o en ese estado previo de semiinconsciencia. Dichas imágenes se agazapan en el yo interior, golpean continuamente durante mucho tiempo, muerden por dentro y de alguna manera buscan salir, tener un orden del que carecen en ese estado previo a la palabra. Es justamente ésta –la palabra- quien empieza a dar forma a ese caos interior, es ella quien permite una exploración más profunda de uno mismo y de los demás, hasta que finalmente, nace, se crea y aparece la poesía.Y como dice Pedro Salinas en La defensa del lenguaje: “el alma humana es misteriosa y en todos nosotros una parte de ella, es decir, parte de nosotros se recata entre sombras… y el lenguaje nos sirve de método de exploración interior, ya hablemos con nosotros mismos o con los demás”.Por tanto, uno escribe, o al menos uno escribe por pura necesidad de traer, sacar a la luz, como dice Salinas ese alma, ese interior que se esconde entre sombras con el fin de entenderlo y comprenderlo mejor. La creación se convierte así en una forma de indagar, de aprender y conocer algo más sobre uno mismo y sobre lo que nos rodea. Pero ese aprendizaje, en el caso de la poesía no se hace desde la razón, sino desde la emoción, desde el sentir, desde el pálpito poético.
Dicho esto, me gustaría señalar que el escritor de poesía se nutre generalmente de una experiencia vivida, sin que esto implique que éste traslade a su obra su vida. Más bien, uno se sitúa frente a esas imágenes a las que antes aludía, sin entenderlas muy bien, proyectadas de forma difuminada sobre un espejo y busca una explicación para el conflicto interior que le están provocando interiormente, se debate con ellas aunque no siempre encuentre una posible resolución.Por tanto, la creación nos va explicando, nos ofrece un conocimiento y un aprendizaje del que carecíamos al principio